Cómo crear un delincuente
Vivimos en una época de crisis de autoridad, en la que los valores de convivencia se ven cada vez más erosionados.
Vivimos en una época de crisis de autoridad, en la que los valores de convivencia se ven cada vez más erosionados. Los niños, adolescentes e incluso muchos adultos han perdido el respeto por normas básicas, y esta situación es el resultado de un cambio profundo en la manera de educar a las nuevas generaciones.
Hemos pasado de un modelo educativo basado en la disciplina y la responsabilidad a otro que fomenta la permisividad. Un irónico decálogo describe cómo educar a un niño para que, eventualmente, se convierta en un delincuente. Según este, hay que darle al niño todo lo que pida, para que crea que el mundo le pertenece. También se recomienda no inculcarle valores espirituales y dejar que él mismo decida cuando sea mayor. Si dice palabrotas, la mejor reacción es reírle las gracias para motivarlo a decir más.
Asimismo, no corregirlo nunca es clave para que no desarrolle complejos de culpabilidad. Además, hay que recoger todo lo que deje tirado, para que aprenda a cargar sus responsabilidades sobre los demás. Aunque se cuide de su salud física, no hace falta preocuparse por lo que entra en su mente a través de las pantallas. Discutir a menudo con la pareja delante de él también cuenta, así no se sorprenderá cuando la familia se rompa. Darle dinero siempre que quiera evitará que sospeche que hay que trabajar para conseguirlo, y satisfaciendo todos sus deseos lo protegeremos del sacrificio y la austeridad. Finalmente, en cualquier conflicto con profesores o vecinos, debemos ponernos siempre de su parte.
Este retrato irónico refleja el modelo de educación que ha llevado a muchos niños, ahora adultos, a crecer sin una brújula moral. Sin límites claros, son personas que no toleran la frustración, que no aceptan responsabilidades y que culpan a los demás de sus problemas. Esto crea individuos incapaces de respetar normas e instituciones, y que, en los casos más graves, pueden llegar al delito.
Por lo tanto, educar es enseñar a responsabilizarse y poner límites. Sin estos valores, preparamos una sociedad desconectada de la convivencia. Escuela y familia comparten la responsabilidad de formar y educar a los niños, combinando conocimientos académicos y valores para ofrecer una educación integral. Lo que sembremos hoy, lo recogeremos mañana.
DR